¿Y qué paso a la semana siguiente con las charlas que quedaban pendientes?, pues nada, por coordinaciones se trasladaron a la semana siguiente enviándome del destino previsto: Tarma, a la calurosa ciudad de Satipo. Previas las coordinaciones con Liliana Torres, encargada del área de planificación que me acompañó en esta oportunidad. El resto de la semana fue un poco intensa dado el cierre de matrícula y el cuidado con la población académica, a la par de algunas preocupaciones económicas personales. Sobre todo la pregunta, ¿Cómo es que aquel que trae a los alumnos y que no tiene directa influencia sobre las personas que brindan el producto, puede hacerse responsable de la deserción del servicio?, ¿Es que acaso invitar a las personas a consumir un producto del que desertan, apelando solamente a la asertividad y a productos complementarios, no es de cierta manera brindar solo un placebo a problemas que vienen inmersos en la gestión del producto?
Bueno, saliendo de los temas de gestión (los cuales de verdad merecen un blog), entremos al taxi que llevaba de la UTP a San Miguel y de San Micky a Nicolas Arriola, a una empresa Turismo Central, que se supone buena, la verdad no tengo experiencia en el tema así que no puedo decir que les falta un buen aire acondicionado y posavasos, por lo demás todo ok, la aventura comenzó tratando de acomodar todo el equipaje y subir a la aventura que se suponía me llevaría directo al soroche y a la franca tormenta estomacal, sin embargo Ticlio no paso de un ligero malestar estomacal, lo cual me sorprendió, lo que si no pude hacer es dormir dadas las múltiples curvas que mecían el segundo piso del bus peor que adorno de taxi hasta que entre el temor y el vaivén me dormí.
Al despertar me recibió el impresionante paisaje de Oro Negro y Pichanaky, preciosos río y montes verdes hasta su cima, chacras perpendiculares, cantos de pájaros y tímidos rayos de sol que hacían brillar todo como escarcha, faltaban unas horas aún y cuando llegamos volvimos al contacto con la realidad del montón de equipaje y el tumulto de mototaxistas, que de primera querían estafar con el precio, malazo, ahí te das cuenta que sigues en Perú, jajajaja. Bueno, de ahí al hotel que me nos pareció el mejor de allí en la esquina de la plaza del pueblo.
Después de unas cuantas vueltas para recoger mi cheque de gerencia, desayunar, coordinar con la agencia en la cual me esperaba un equipo de puras chicas que presidían el score de la empresa de hace 3 meses con la mayor cantidad en colocaciones, dejar algunas prendas, recoger el proyector, entre otros que terminaron sinceramente por dejarnos en la tarde muertos de calor, tal así que solo atine a invitarle a mi compañera una cremolada de maracuyá que nos cayó a pelo. Llegada la hora de almorzar decidimos irnos al Jaguar, restaurante típico bastante atractivo, donde pude degustar de un filete asado de Samani, especie de cerdo del lugar, buenaza la verdad, Liliana se pidió un Tacacho con Cecina, super bien servidos y super rellenitos nos fuimos a descansar unos minutos en el hotel antes de empezar con las charlas.
Estas charlas para mi en particular fueron interesantes por que no solo lidiaba con un grupo de puras mujeres a lo cual definitivamente no estaba acostumbrad, sino que también eran chicas que eran líderes en su campo, a lo cual la reticencia venía por valor de pruebas. Liliana comenzó la charla de la nueva cultura organizacional dándome el pase para poner un video que tenía bajo la manga “Sunscreen” , un muy buen video motivacional, con el cual abrí la exposición ganándome al público un poquito y otro más al ingresar con la causa de su trabajo, alineamiento de metas, recomendaciones y dinámicas, entre otros. Al igual que el grupo de Chiclayo terminaron poniéndose la mascota de la empresa y simulando la campaña de marketing externa, en medio de la algarabía y el juego, todo en muchas confianza, la verdad la receptividad de las chicas tenía su medida pero se hizo sentir a full cuando se les puso en un escenario competitivo entre agencias.
Lo siguiente fue toda una sorpresa para mí, que complementó de manera genial el día de mi onomástico y que lo comentaré en el próximo post, lo que si no puedo dejar sin comentar fue la aventura de salir tarde de la reunión de esto hacia la agencia de bus, nos tratamos de repartir con Liliana pero la cosa se hizo muy difícil para llegar a tiempo y comprar recuerdos a la vez, cuando llegamos a la agencia el bus se había ido, malazo!!!. Nos subimos a un mototaxi para alcanzarlo con obvios resultados negativos a la par de la increíble torpedad del chofer, que no supo ni dejarnos en un lugar alternativo, tomamos otro mototaxi que nos llevo a un paradero de taxis colectivos en el que tuvimos que pagar todo el completo para que nos lleve a Pichanaky y poder alcanzar el bus, dado que era su única escala, recorrimos la carretera llena de curvas cerradísimas y desniveles al borde de la montaña a velocidades entre los 100 y los 140 km/h, yo crei que los video juegos mentían en sus retos, y me doy cuenta ahora que pueden ser muy de verdad, fue más que emocionante anecdótico y sobre todo efectivo, logramos tomar el bus y definitivamente cada sol valió la aventura de ir a esa velocidad por carreteras desconocidas.
Regresamos a Lima, a lo cual precavido del sorpresivo soroche me compre como dos pastillones, que no tuve que tomar, porque de bajada me agarró aún menos la molestia, me dormir riquísimo hasta llegar en la mañana en medio de la serena garúa limeña, que pude mirar detenidamente mientras regresaba en el coche a casa e imaginaba que podría venir, en el día de mi cumpleaños 26.
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