
No hay que dudar que en mi caso la sensibilidad femenina, se refiera a alguna metáfora sobre la reacción aparente a algún arrebato de las mujeres de mi vida a fungir su papel. Evaluemos:
Este martes, miércoles me mantuve en casa enfermo y jueves medio día, durante los cuales nadie me suplió en la tienda a no ser que me encontrase ya en un estado asquerosamente pegajoso y moquileptico (ustedes saben, moco por aquí, flema por allá, fiebre en todos lados), lo cual no fue mucho por cierto, derivaron solo una labor, la de pagar algunos proveedores. Lo cual no me alejo de tener que lavar trastes, cobrar facturas y otros menesteres paralelos a mi chamba. Incluso mi chamba continuo con regularidad, dado que mi estado convaleciente y doméstico les sirvió para ejecutar tareas que tenian que hacer fuera de casa, dado que se quedaba el perro guardián con moquillo en el hogar, o sea, yo.
A pesar de todas estas cosas que me mantuvieron en una relación casi simbiótica con los virus y bacterias causantes de mi enfermedad, no impidieron que interjecciones como : Has esto, no te olvides de aquello, y lo otro, bla bla bla… Ah! Y cuídate abrígate no te vayas a empeorar" o “ ¿quieres que te traiga algo?” Seguido horas después por un “Uy! me olvide!”,. Es decir, después de bancármela con tareas de humedad y salidas al frío, ¿No podían si quiera por decencia obviar los impulsos de aquel sentimiento maternal que cobija deficientemente al hijo o hermano?, por último un “No te quedes hasta muy tarde te vas a enfermar peor”, hace que uno no solo se aferre más a los motivos propios del desvelo, sino que hasta hacen por efecto de rebeldía tomarle mas estima a la enfermedad antes que a las “enfermeras”.
Para sazonar tenemos a la enamorada preocupada que después de que te enfadaste por que quería que con tu cara de mongo y tu pegamostro colgando de la nariz, salgas en medio de la noche a verla; cayo en la conclusión de que tenia que ir a verte a tu casa y llevarte algo ( una salchipapita rica), para disfrutar mientras que ve su novela salpicada de mis sátiras malévolas de cada personaje.
A esto conluyo , ¿Es que la nueva sociedad que transforma a esa clásica madre que te prepara tu caldo caliente, y a aquella hermana que reposa su cabeza en tu regazo mientras ven la tele, en simples personajes con deseos de parecerlo y que llenan tu convalecimiento de interjecciones sosas e incompletas?. O es alguna especie de Karma, que no entiendo, dado que siempre venere, solicite y agradecí los calditos de cabeza de pescado con limón que me hacia mi abuela (q.e.p.d.) y que nunca aprendió a hacer mi mamá, no lo entiendo, tendré que apelar al conocido y clásico silencio masculino, ese que aguanta cada menstruación, celos, menopausia, y otros males producto de la necesidad de reproducirnos a través de otro sexo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario