Es el mes que más odio, ¿por qué?, Pues porque en verdad ser útil y feliz en febrero es un lujo. Empecemos por la situación irreparable que nos trae el fenómeno del niño a nuestro clima, una variante entre 23 y 28 grados nos tiene amelcochados, tostados y realmente olorosos a todos los limeños, basta con subir a una couster para que nos demos cuenta de que en este mes tenemos que tener tolerancia extra para soportar a la lacra social del cobrador, el riesgo de acabar mojado por cualquier globazo carnavalero y por último disfrutar el aroma de todo tu pueblo al cerrar las ventanas para evitarlo.
Febrero, también llamado para mi, “el mes de los vagos”, dado que es un mes en el que cualquier parasito social y aspirantes, pueden disfrutar y ser felices con un verano que trae la venganza a su contraparte, tan solo basta con llenar globos con agua que ellos no pagan, para lanzárselas a gente que sale a laborara y hacer algo para que esta paria no se muera de hambre. En sí, cualquiera de estas manifestaciones son admisibles en un niño, incluso hasta en un púber. Pero, preguntémonos ¿ Que hace un viejonzazo de 21 años, que hace tres ya tendría que haber hecho algo por este país que se cae a pedazos, tirándole agua a gente inocente y ensuciando chicas con cochinadas?. Conciencia, es lo que se pide. Algunas municipalidades ya han actuado, sin embargo esta loable disposición no es suficiente para aplacar la sed inconciente de caos vengativo de este sector del pueblo. Dado que la furia de estos ataques va en aumento conforme vamos bajando por la escala de la realidad socioeconómica.
¿Que se puede hacer?, denunciarlos, electrocutarlos, lanzarles tejía, golpearlos, SI. No podemos entrar a su juego, de alguna manera tienen que darse cuenta del daño que hacen. Solo para contrastar este caos completo, esta el gloriosamente comercial Día de San Valentín, en el que los peruanos nos vemos obligados sea por presión comercial o femenina a salir a exponer nuestra tolerancia, paciencia y bolsillo, no solo al calor, globazos y hedor, sino también a altos precios, locales llenos, precios altos y mala atención, niños que insisten para que compres una rosa, carameleros que quieren que les des tu reloj o celular, y finalmente ladrones consumados esperando a que la fragilidad de la pareja exponga nuestra economía ya desgastada para después de una cita al ultraje final de estos esfínteres sociales.
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