Como olvidar todo lo que paso hasta ahi, la primera vez que conoci a sus padres super arreglado y nervioso, la primera fiesta a la que fuimos bailando pegados nuestro reggeaton y salsita, el primer quinceañero (con ese terno azul marino que ya no utilizo) , en el que me fije en otra chica sin querer, jejeje. Las primeras experiencias piel con piel, las primeras citas programadas a lugares distintos y nuevos para nosotros, las reuniones con amigos, y por sobre todo dos paisajes que nunca podre borrar de mi mente, y uno más , que nunca supe que seria el final, y aunque lo quiera borrar, es imposible.
El primero aquel parque al que ibamos a besarnos fugazmente en las tardes que se hacian noche, en esos lapsos indeterminados de tiempo en el que solo quieres ver la inmensidad del cielo con alguien que abrazado de ti q te diga "te amo". Aquel en el que nos veiamos a escondidas cuando sus padres ya no me quisieron en su vida, cuando de un momento a otro decidieron que interferia sus estudios, y ella hacia sobrevivir nuestra relacion a prueba de todo; de que ella estuviese preparándose en otra parte, de que tuviese otros amigos y yo también, incluso hasta que por un tiempo solo nos veamos un par de horas. Aquellas noches en las que la luz de los postes iluminaba solitaria la Av. Dinthilac, junto a la Panadería Dulcipan y regresabamos abrazados y de la mano a su casa, donde a veces cuando no habia nadie, o cuando simplemente sabiamos que necesitábamos escondernos mas, subíamos a la segunda estancia de inocencia y cariño que recuerdo de nuestra relación.
Este segundo paraje de nuestras confesiones y llanto, fue la azotea de su edificio, altura donde paradojicamente, también habia empezado nuestro amor. Ahí una vez me escondi de su viejo el cual no quería que nos viéramos mas, por esto casi me acabo subiendo a la parte mas alta sobre el tanque de agua, jajajajaja; y por sobre todas las cosas recuerdo el paisaje mas bello de mi adolescencia: Las noches en las que katy tenia problemas y jugábamos entre las sabanas colgadas en su azotea y en noches en que la luna se hacia gigantezca ella bailaba dando vueltas mirando hacia a ella, me tomaba de las manos y juntos dabamos vueltas olvidando los problemas, riéndonos, haciendo magia de los cordeles, el polvo y el frío.
Ella esculpió con su paciencia, ternura y justamente todo lo que odiaba antes, y que me lo ofrendaba con todo el corazón, de tal manera que fui cambiando a fuerza de conciencia, aquella conciencia de amar que ella me enseño, sobre todo en la ultima etapa de nuestra relación. Dios sabe que esa chiquilla me amo tanto, sin embargo yo no estaba listo.
Recuerdo la primera vez de aquellas travesuras carnales en la casa de su amiga, nuestra celestina, Eramos dos chiquillos explorando nuestros sensibilidad en una oscuridad clandestina he improvisada hecha de ternura. Recuerdo su mirada tan diáfana, y por sobre todo las pecas de sus mejillas sonriéndome al sol, era tan sincero y aparente que estabamos juntos, que era imposible interferir esos momentos nacidos para el recuerdo.
Cada vez se hacia mas clandestina nuestra situación, y a fuerza de querer surgió una solucion que pondría las cosas en claro, para su familia y para mi, la necesidad de una madurez con la que aun no contaba, y el error que me enseñaría a amar... y a llorar.
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